- Nuestro bienestar común debe tener prioridad; la recuperación personal depende de la unidad de Adictos al Trabajo Anónimos.
- Para el propósito de nuestro grupo sólo hay una autoridad fundamental: un Dios amoroso tal como pueda manifestarse en nuestra consciencia de grupo. Nuestros líderes no son más que servidores de confianza; no gobiernan.
- El único requisito para ser miembro de Adictos al Trabajo Anónimos es el deseo de dejar de trabajar compulsivamente.
- Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos que afecten a otros grupos o a Adictos al Trabajo Anónimos en su totalidad.
- Cada grupo tiene un propósito primordial: llevar el mensaje al adicto al trabajo que todavía sufre.
- Un grupo de Adictos al Trabajo Anónimos nunca debe respaldar, financiar ni prestar el nombre de Adictos al Trabajo Anónimos a ninguna entidad allegada o empresa ajena, para evitar que problemas de dinero, propiedad o prestigio nos desvíen de nuestro propósito primordial.
- Todo grupo de Adictos al Trabajo Anónimos debe mantenerse a sí mismo completamente, negándose a recibir contribuciones externas.
- Adictos al Trabajo Anónimos nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de servicio pueden emplear trabajadores especializados.
- Adictos al Trabajo Anónimos, como tal, nunca debe ser organizada; pero podemos crear juntas o comités de servicio que sean directamente responsables ante aquéllos a quienes sirven.
- Adictos al Trabajo Anónimos no tiene opinión sobre cuestiones ajenas a sus actividades; por lo tanto, su nombre nunca debe mezclarse en polémicas públicas.
- Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la atracción que en la promoción; necesitamos mantener siempre nuestro anonimato personal ante la prensa, la radio y el cine.
- El anonimato es la base espiritual de todas nuestras tradiciones, recordándonos siempre anteponer los principios a las personalidades.